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Un pecho voluminoso marcó un hito en la medicina. A él se enfrentó el doctor Laënnec (Francia, 1781-1826) en 1816. Tenía que auscultar a una joven mujer a la antigua, es decir, pegando la oreja al pecho, y se dio cuenta de que, en el caso de esta joven de busto generoso, el método no iba a servir. Así que enrolló un folio lo aproximó al seno y escuchó “de la forma más clara y precisa que jamás lo habían hecho”. El estetoscopio había nacido.

       Este hallazgo ha cambiado mucho durante 200 años, pero el principio siempre ha sido el mismo: entre el receptor y el paciente se coloca el artilugio y, luego, es la mente del médico la que debe diagnosticar si hay una patología en el corazón o en el pulmón. Posteriormente fue utilizado también para la auscultación en otras partes del cuerpo.

       Adolphe Pinard (Francia, 1844-1934) es una de las grandes figuras que reinventó el artilugio. Pinard ejerció la medicina en Paris y fue pionero de la atención perinatal, del cuidado infantil y de la atención a las madres gestantes. Defensor de la atención médica a las mujeres embarazadas con escasos o nulos recursos económicos, le preocupaba la muerte durante el parto, muy común en su época en las capas bajas de la sociedad. El estetoscopio de Laënnec no bastaba para descubrir en qué estado se encontraba el pequeño corazón del feto. Por ello, se le ocurrió abrir más el extremo en forma de trompetilla y con eso pudo oír con claridad los latidos fetales. Surge así, en 1895, el estetoscopio de Pinard, muy utilizado durante todo el siglo XX hasta que apareció la monitorización fetal hacia 1970.

       El Museo quiere conmemorar el 200 aniversario del primer hallazgo exhibiendo un estetoscopio de Pinard. Es de madera, mide 17 cm de longitud y se compone de una campana, que se apoya en la superficie corporal o vientre de la mujer embarazada, y un disco circular sobre el que el explorador apoya la oreja para practicar la auscultación. Funciona de forma similar a una trompeta acústica, amplificando el sonido.

       En algunas partes del mundo sigue considerándose un dispositivo útil. No ha habido en la historia de la medicina un instrumento tan sencillo que haya aportado tanto al diagnóstico como el estetoscopio.

       Esta pieza perteneció al médico emeritense D. Manuel Sanabria Escudero y fue donada al Museo por la Asamblea de Extremadura en el año 2000.