Raúl Virosta tenía 19 años cuando se enamoró de Extremadura. Este madrileño recuerda que la puerta de entrada a nuestra región fue Monfragüe, donde pudo observar por primera vez a las aves en su hábitat natural. A El Parque Nacional se convirtió en el lugar del mundo en el que quería vivir. Lo consiguió hace diez años, a través de la creación de una empresa de turismo activo.