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El origen de la Fiesta La Encamisá de Navalvillar de Pelá, también conocida como la Carrera de San Antón de Navalvillar de Pela y declarada fiesta de interés turístico regional, se remonta según la leyenda a la época de los árabes en la Edad Media.

Según se ha transmitido desde la Edad media y de unas generaciones a otras de peleños, se dice que los árabes intentaron invadir Navalvillar de Pela, sin éxito, ya que huyeron aterrados creyendo la resistencia del pueblo estaba formada por un ejército fantasmal.

Los peleños, sabiendo que eran muchos menos que los árabes, y creyéndose inferiores, encendieron varias hogueras y galoparon veloces al son de tambores y cencerros, vestidos con amplias camisas blancas y sombreros puntiagudos amparando su engaño en la oscuridad de la noche.

El día 6 de enero, el santo San Antón, se baja de la érmita en procesión, acompañados de jinetes vestidos con el traje típico. San Antón permanecerá en la iglesia de Navalvillar de Pela hasta el pueblo donde permanecerá hasta el día de su onomástica, el 16 de Enero.

La mañana del gran día, el día 16 de Enero, día de La Encamisá y Carrera de San Antón, la gente del pueblo sube a la sierra a buscar matorrales y jaras para quemar durante la noche. Estas jaras y matorrales, son distribuidos por cruces y plazas situadas en el camino de La Encamisá. Mientras se distribuyen las jaras y matorrales los lugareños obsequian a la gente con buñuelos y vino.


Mientras tanto, los jinetes engalanan sus caballos y preparan sus trajes. Los equinos, van vestidos con la característica manta de madroños, como la llaman ellos. Las mantas de madroños de Navalvillar de Pela se elaboran en los telares del pueblo con lana y algodón. Los jinetes visten gorro multicolor puntiagudo a la cabeza, pañuelo multicolor al cuello, camisa blanca, faja roja o negra, pantalón de paño o pana negra, botas y zahones de cuero.

Pero antes de la fiesta grande, todo el pueblo acude a la bendición de los animales, incluidos los jinetes, que llevan a sus caballos para que el sacerdote los bendiga.

Entonces llega el momento más esperado. El mayordomo de la cofradía de san Antón se dirige al pueblo recitando su discurso y cuando dan las ocho en punto sólo le queda gritar: "peleños, forasteros, sanantoneros, ¡Viva San Antón! ¡Viva San Antón! ¡Viva San Antón!". Y entonces, un alboroto se apodera de la plaza, repican las campanas, estremecen los cohetes, se encienden las hogueras y los jinetes empiezan a bajar dando vivas a San Antón, San Fulgencio, San Antonino y el chiquirrinino.

En el transcurso de la Carrera, los jinetes se acercan a besar la bandera y la charanga que está en la Plaza Mayor reúne a cientos de personas en lo que llaman la infantería, que hará el mismo recorrido, pero entrará en todos los locales abiertos disfrutando de la música, el vino de pitarra y los biñuelos.