• 162
  • 0
  • 1
  • 0
  • 0

En palabras de Cesar Antonio Molina, Ministro de Cultura 2007-2009, “Hasta mediados del s. XX el papel de la mujer en la sociedad occidental era el de ama de casa, esposa y madre, guardiana del hogar y de las tradiciones. Los juguetes “de niña” le enseñaban a asumir esos roles”. 

En este ambiente aparece Mariquita Pérez y el fenómeno sociológico al que dio lugar.

Es considerada la muñeca más famosa de las décadas de los años 40 y 50. Era el lujo de la posguerra civil española, al alcance de muy pocas familias, ya que mientras una muñeca “pepona”, que era lo más común de la época, se adquiría por 5 ptas., el modelo más económico de la Mariquita Pérez costaba cerca de 100 ptas. Hay que tener en cuenta que al principio  de los años cuarenta, el alquiler de un piso rondaba las 250 ptas.

Las primeras Mariquita Pérez se fabricaron en Onil (Alicante), en 1940, en el taller de Bernabé Molina. Eran de cartón piedra, con ojos fijos de cristal, boca cerrada y peluca natural. Su primer vestido,  a rayas rojas y blancas, conocido como “Mi delantal”, supuso la imagen corporativa de la empresa.

Se fabricó durante más de treinta y cinco años entre 1940 y 1976. A lo largo de este tiempo se modificó varias veces, según la evolución de los materiales y los cambios en la estética y moda infantil del momento.

Su ajuar fue creciendo y pronto se dio a conocer a su familia y amigos. Parte de su éxito se lo debe a su extenso guardarropa, así como a la gran cantidad de complementos que la acompañaban. Mariquita llegó a tener su propia tienda en Madrid e incluso se escribieron cuentos en los que la muñeca era la protagonista y se hablaba de ella en todos los programas de radio.

Su creadora fue Leonor Coelho de Portugal, una dama de la alta burguesía que, en los años de la Guerra Civil vivía en San Sebastián. Según se cuenta, viendo a su hija jugar en la playa con una muñeca, se le ocurrió que podría crear una parecida a la niña y vestirlas iguales, de ahí que se la conozca como “la muñeca que viste como una niña”. De hecho, en una casa de tres pisos en la Calle Núñez de Balboa de Madrid, se instaló un taller y una tienda de trajes de niña, para que fueran vestidas igual que sus muñecas.

La que exponemos en el Museo pertenece a la tercera época (1943-1953) cuyo fabricante fue José Florido. Es de cartón piedra, pelo natural con bucletón, cejas de aerógrafo, ojos durmientes de cristal de color azul, pestañas inferiores pintadas a trazos, superiores naturales,  boca entreabierta con dientes superiores y lagrimales y orificios nasales señalados con un puntito rojo. El vestido y los zapatos que lleva son originales.

Ha sido donada el pasado mes de julio por Rosa Píriz Ruiz, junto con una colección de vestidos y dos pares de sandalias confeccionados por ella misma.

Recientemente han sido restaurados sus ojos y el pelo en el taller de Teresa Martín, coleccionista y restauradora de muñecas antiguas de Sevilla.