Extremadura posee una amplia red de castillos dignos de admiración dado su perfecto estado de conservación. Otros muchos también se encuentran en ruinas y recuerdan las batallas que existieron.
Sus muros se encuentran impregnados de historia, historias de las luchas entre moros y cristianos en la época medieval.
Estos guardan cuidadosamente una entrencada forma de construcción, todo estaba planeado, cada parte tenía su función para evitar el asedio.
Los castillos de Extremadura a parte de servir como fortaleza militar también se utilizaban como centro de reunión de los nobles de la época. En ellos se hacían pactos, tratados y alianzas. Eran el centro de estrategias militares. También eran edificios dónde se celebraban fiestas, fiestas para los nobles claro, con numerosos aposentos y salas espectaculares.
El castillo más emblemático de toda la región es el castillo de Don Álvaro de Luna, en
Alburquerque. Actualmente se encuentra reformado y representa fielmente la estructura militar de la época. En el patio de armas del castillo se encuentran dos torres perfectamente fortificadas con la singularidad de que a una de ellas el acceso es únicamente desde la parte superior. Esto nos indica que cuando el castillo iba a ser asediado los nobles se atrincheraban en esta otra torre que se accedía a través de un puente altamente elevado.
Otro castillo muy bien conservado es el castillo de
Trujillo, allí permanece en lo alto de la colina, semejante mole de piedra. Desde sus torres se puede atisbar los confines de las tierras cacereñas.
El castillo de
Monroy es otra pieza arquitectónica admirable, pese a que no es visitable su interior por ser de carácter privado, podemos admirar las numerosas murallas, llenas de almenas triangulares, que desde el exterior dan sensación de una fortificación muy poderosa.
Las ciudades de
Cáceres y
Plasencia no tienen un castillo claro,
Cáceres sin embargo posee una amplia red de torres fortificadas que podrían asemejarse a un castillo a lo grande, junto con su muralla que actualmente ha desaparecido casi por completo. Por otro lado,
Plasencia cuenta con una muralla fortificada impresionante que rodea toda la ciudad antigua, con numerosas puertas.
Badajoz tampoco tiene castillo pero en su lugar dispone de un impresionante Alcazaba, sus murallas alcanzan una buena extensión y pasear por ellas puede llevarnos algún tiempo.
El castillo de
Jarandilla de la Vera es otra muestra inequívoca del planteamiento militar ante el asedio. Conserva intactos los quiebros que debían hacerse para acceder al castillo y de esta forma desde lo alto eran arrojados numerosos artilugios que causaban grandes bajas hasta lograr acceder al castillo.
Zafra posee un castillo también espectacular, con algunas reformas renacentistas. Este castillo aloja una torre redonda muy bien conservada.
Podemos recomendaros el castillo de
Jerez de los Caballeros, que más que un castillo era una alcazaba, el castillo de
Fregenal de la Sierra que alojaba en su interior a todo el pueblo, el castillo de
Montánchez, que desde sus alturas también se pueden ver los confines de las tierras pacenses y cacereñas, el castillo de
Granadilla que aunque pequeño estaban armados hasta los dientes, el castillo de
Coria, del que actualmente solo queda la torre del homenaje y sus murallas con sus puertas casi intactas, el castillo de
Valencia de Alcántara, que más que un castillo parece un bunker de la segunda guerra mundial, el castillo de
Villalba de los Barros curiosamente sin almenaras y por último el castillo de
Feria con su torre del homenaje y su muralla intacta.
Extremadura posee otros castillos no tan bien conservados como los anteriores pero si de buena admiración como el castillo de Belvis de
Monroy, el castillo de Medellín, el castillo de Trebejo, el castillo de Magacela, el castillo de
Portezuelo, el castillo de
Galisteo, del que solo quedan las murallas de piedra rodada, el castillo de
Mirabel o el castillo de
Cabañas del Castillo.
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