CUANDO NADA ES LO QUE PARECE

  • CUANDO NADA ES LO QUE PARECE

     

     Si miramos a nuestro alrededor muchos empresarios, profesionales o ciudadanos en general lo han perdido todo por no prevenir al enfrentarse a una insolvencia fingida, o real, un alzamiento de bienes, empresas fantasma, acreedores que no pagan a nuestro cliente, proveedores que no cumplen con su cometido… Eso si hablamos de microeconomía, si pasamos al nivel macro son otros los factores que pueden desequilibrar nuestros balances: petróleo, tipos de interés, prima de riesgo, etc…

     

    En los últimos años nos hemos acomodado a sufrir todo tipo de consecuencias y luego, a lamentarnos por las mismas. Pero esas realidades empiezan a cambiar desde el mismo momento en el que nos enfrentamos a ellas.

     

    Las relaciones personales, familiares y sociales en general ya no son lo que eran. Los tiempos en los que un acuerdo, fuera cual fuera la cantidad de dinero en juego, se cerraba con un apretón de manos, son cuentos de nuestros abuelos.

     

    “El mayor contrato es la palabra de una persona”

    “el estado del Bienestar lo disfrutarán nuestros descendientes”

    “la mejor inversión es el ladrillo”…

    ¡Cuantos mitos se nos han caído!

     

    Parece que han pasado mil años desde que estas frases estaban vigentes. Y no, fue “ayer”, algo que demuestra la volatilidad de los comportamientos humanos. Pero no podemos vivir de recuerdos, la actualidad nos obliga a enfrentarnos a ella con las armas con las que contamos. Ya no basta con firmar un contrato blindado a base de cláusulas imposibles, ni tan siquiera esperar el amparo de la Justicia como último recurso, la verdadera prevención se basa en adelantarnos a los hechos, sólo nos vale nuestro control.

     

    Confucio decía “Exígete mucho a tí mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos”. Lo acaecido en los últimos años-meses en todas las esferas de la sociedad parece no quitarle un ápice de razón.

     

    Mi receta: prevención, control, supervisión contínua y, si es necesario, intervención.

     

    No podemos esperar a sufrir un impago importante, que un trabajador nos robe información crucial o que una mala gestión en seguridad integral pueda dar al traste con todo el trabajo de nuestra vida, y darnos cuenta que una cosa son las palabras y otra muy distinta los hechos.

     

    No podemos conformarnos con simples referencias de alguien, o que esa persona o empresa haya funcionado a la perfección hace unos años. No nos confundamos con información maquillada proporcionada ad-hoc para crear una buena sensación. Necesitamos información real, actual y verificada.

     

    Estamos en la era del conocimiento y aquel que actúa con inteligencia, no evita la amenaza, pero con total seguridad minimiza el riesgo.

     

    Prevención mejor que corrección, ¿no os parece?

     

     

     

    Director Adler Investigación Privada Lic. 1680

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