“¡Mi voz que grita lo que pienso!” han cantado nada más saltar a las tablas. Inquietas y con el puño en alto se han atrincherado contra las injusticias y se han levantado con y contra el pueblo en el primer pasodoble, en el que la crítica ha estado dirigida de una forma muy directa al papel de los padres en cuanto a la educación de sus hijos en el colegio. Han instado así a reaccionar ante los continuos cambios en las leyes educativas, y a favor del profesorado, “¡porque hoy su profesión sea la bandera de la educación!”.
Parece que el quinto premio de la edición pasada se les ha quedado corto y este año vienen a por todas. Ladronas del sueño de cualquier murga, ya una vez hicieron historia al ser la primera murga femenina que pasaba a semifinales.
De esta forma, en su segundo pasodoble ha comenzado el recital de injusticias al que pretenden hacer frente, y es que ellas pueden con todo. Enlazando con los cuplés vienen a derivar las barreras de Occidente, a defender a los refugiados y a luchar por un trabajo digno dejando a un lado el postureo, los mannequin challenge y los boomerang.
Su estrategia es sencilla, pretenden quitarse del medio a la corporación municipal, al arquitecto, a López Iglesias, incluso al alcalde. Y para ello hacen un llamamiento al público, a subirse y unirse a sus barricadas, que son las barricadas de todos los pacenses hoy presentes. Pero ahí no acaba todo, entre broma y broma, los vestidos de Cristina Pedroche en Nochevieja, las pasadas elecciones, Donald Trump, “La Bicicleta” de Carlos Vives y Susana Díaz, estas revolucionarias del siglo XXI devuelven a su ciudad el Ayuntamiento, recién conquistado.
Como si de “Los Miserables” se tratase, voces paralelas llaman a levantarse, y a no a bajar persianas. A luchar por los derechos, por la humanidad. “¡Únete a mi revolución!” “¡Llega la revolución!”.