EL LORO, UN ÁRBOL CASI OLVIDADO.

  • EL LORO, UN ÁRBOL CASI OLVIDADO.

     

    Algunas gargantas meridionales del macizo central de Gredos conservan todavía, refugiado en tramos poco frecuentados, resguardado de los vientos fríos del norte y al amparo siempre de la humedad permanente del río, al más olvidado de nuestros árboles autóctonos: el loro o azarero.

    Su nombre, su aspecto general y la forma de sus hojas recuerdan al laurel , especie con la que el profano puede llegar a confundirlo, pero la estructura de sus flores demuestran claramente que pertenece a la familia de las Rosáceas, es decir, es un pariente cercano de almendros, cerezos o endrinos. Nuestro árbol, sin embargo, se encuadra en el subgénero Laurocerasus , grupo integrado por especies que conservan las hojas verdes durante todo el año.

    Su floración acontece durante el mes de mayo, cuando hace la calor, y sus frutos, pequeñas cerecitas de color negro, maduran en septiembre y octubre, no siendo comestibles para el hombre aunque si para las aves, que son las encargadas de la dispersión de la especie.

    El loro puede crecer hasta los 18 metros de altura y si le dejan forma espesos bosquecillos que reciben el nombre de “loreras”. El interior de estos rodales es muy umbrío pues la apretada copa de los árboles impide el paso de la luz. Tiene la lorera, por tanto, un sotobosque prácticamente inexistente, limitado a especies trepadoras como la hiedra, la madreselva o la nueza, o a pequeños árboles acompañantes de origen y requerimientos ecológicos similares como el durillo o el madroño.

    Ver a los loros arrimados a los cursos de agua nos puede llevar a creer que se trata de una especie típicamente de ribera. Esto no es así cuando vive en condiciones óptimas, lo cual ya sólo sucede en la región Macaronésica (Canarias, Madeira y Azores) donde el loro, representado por las subespecies hixa y azorica, se integra en los bosques subtropicales de laurisilva, acompañado entre otros muchos árboles por el laurel canario (Laurus azorica), el madroño canario (Arbutus canariensis) y el acebo canario (Ilex canariensis). Estas tres especies, como sabemos cuentan con parientes europeos que en la Península Ibérica no es difícil encontrar en compañía de nuestros loros.

    En el continente hace tiempo que el clima ya no le favorece y además los bosques maduros (bajo cuyo dosel, generador de un microclima más húmedo y templado podía vivir perfectamente) han desaparecido casi por completo. Por lo tanto no hubo más remedio que adaptarse o morir, es por eso que hoy los vemos en los escasos puntos donde sobreviven, formando parte de bosques ribereños “luchando” en dura competencia con árboles más especializados.

     

    LORO

    Prunus lusitanica L.

     

    Familia: Rosaceae

     

    Lugar de origen: Suroeste de Europa, Macaronesia.

     

    Descripción:

    Árbol  perennifolio, eventualmente arbusto que puede alcanzar hasta 18 metros de altura. Hojas ovadas o elípticas acuminadas, dentadas, con haz verde oscuro y brillante, lampiñas por ambas caras, con pecíolos delgados y rojos. Flores aproximadamente de 1 centímetro de diámetro, blancas, con 5 pétalos distribuidas en racimos de 25 centímetros de largo, a mediados del verano. Fruto ovado de más de 1 centímetro que en su proceso de maduración pasa del verde, luego rojo, para finalizar negro.

     

    Cultivo: Necesita suelo fresco, bien drenado. También admite suelos calizos. Exposición soleada o semisombra. Puede resistir heladas fuertes (de hasta –10ºC) y necesita humedad ambiental. Admite poda de recorte y de formación. La reproducción se hace mediante semillas aunque también admite la multiplicación mediante esqueje en época estival.

     

    Utilización: Como ejemplar aislado, en grupos, setos, incluso en maceta.

     

    Propiedades medicinales: Sus hojas, en infusión, calman la tos persistente.

     

    Refranero: A pesar de que el loro es una especie autóctona tradicional, el refranero español no hace menciones a este arbusto (o al menos no hemos podido encontrar ninguna).

     

     

    Curiosidades: Es curioso lo confuso que se hace a veces saber de que planta estamos hablando cuando nos referimos a ella utilizando los nombres vulgares con los que se denomina en las distintas situaciones geográficas. En el caso del prunus lusitanica, en la zona del sur de Gredos y sierras extremeñas se refieren a esta especie con el nombre de loro, pensamos que en clara relación con el laurel (laurus) con el que podrían confundirlo por su parecido. Sin embargo, en Canarias la palabra loro la utilizan para designar al laurel canario (laurus azorica), y hablan de la hija (hixa) cuando se refieren al prunus lusitanica. También se refiere a esta especie con los nombres de acereiro o azarero en clara relación con la palabra “cerezo” con el que si comparte parentesco. Para terminar de formar este galimatías de nombres, a veces se utiliza en jardinería la palabra loro para designar a otra especie muy utilizada, el prunus laurocerasus que a su vez es conocida con multitud de otros nombres: lauro , lauro real, laurel-cerezo. En fin, nosotros, como habitantes de la sierra de Gredos, seguiremos llamándole loro al loro.

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