Ferrera se encumbró en su encerrona con una corrida de Victorino. Con 40 grados meter a alrededor de 6000 personas en la tierra de mayor paro del país. Y más la forma de estar, lidiar y torear una corrida donde Victorino le hizo un favor: la excelente condición del segundo toro de la tarde. Pero Ferrera le devolvió el favor con creces porque estuvo superior con toros tan complicados como el tercero el quinto o el sexto, a los que tapó defectos y triunfó con ellos, según publica Mundotoro.com.

Cortó cuatro orejas pero debió haber cortado ocho. Dos de ellas por una excelente faena de trazo y toreo profundo, sobre todo al natural, al segundo toro de la tarde. Casi siempre certero con la espada pinchó dos veces la que puede ser una de las mejores faenas de su vida. Ferrera dio una lección al no entregar nunca la cuchara con los toros malos haciendo el esfuerzo con cada uno de ellos.

Creyó el extremeño en sus posibilidades y por ello creyó incluso en los toros a los que les podía haber andado por la cara sin tener que sudar la gota gorda. Y por si fuera poco, se fue a porta gayola en el sexto al que lanceó luego con ocho verónicas y un remate. Fue el más manso de la corrida en el que expuso una barbaridad en banderillas y luego de que el toro se le viniera al pecho en el primer pase, tuvo el valor y el talento de consentirlo y aprovechar las medias arrancadas del toro, que las tuvo pero con la cara por arriba. Siempre que pudo entró en quites, lanceó bien a los dos primeros, dio espectáculo en banderillas cuando los toros lo permitieron y sobre todo, se le vio fuerte de mente y de cuerpo en una tarde que será la cumbre de su carrera.

Siempre bien colocado, eligiendo bien los terrenos, las distancias, sin un solo guiño a la galería, muy lucido y muy valiente. Pero sin duda alguna la forma de torear al segundo toro de Victorino con la mano izquierda presentando medida muleta por el suelo y llevándolo largo y muy por abajo, fue la cumbre de la tarde y una faena que para sií quisieran los mejores muleteros del escalafón. Puede estar satisfecho el diestro extremeño porque la apuesta y la gesta le han merecido la pena.